la realidad nos atraviesa de un modo brutal, clava su gran aguja en nuestro pecho y la desliza con rabia, rasgando cada una de las costuras que nos mantienen enteros, con el relleno algodonoso resguardado en el interior; y nuestra propia esencia se escapa, como el olor de un guiso cuando abres la puerta.
es una rotura parcial y momentánea, quizás lo más duro es soportar que la señora realidad pase a través de nosotros después de abrirse la puerta: primero un pie, los brazos, la cabeza, el otro pie... y ya está al otro lado, alejándose tan campante.
es una rotura parcial y momentánea que puede ten